Jeffrey Pfeffer, que imparte programas en el IESE, suele contar la historia de una ejecutiva tan buena que quedó atrapada en su puesto porque nadie quería perderla, pero también porque las competencias que tanto se había esmerado en perfeccionar durante más de diez años le impidieron adquirir las que necesitaba para asumir funciones más importantes. Es la trampa en la que caen muchos directivos, que pierden la oportunidad de desarrollarse como líderes para aumentar su impacto.